miércoles, 22 de octubre de 2008

pag63 y 64

1.Abre un nuevo documento de Word y configura la página (Archivo-Configurar página)dando los siguientes valores a los márgenes,superior:3;inferior:3,75;izquierdo:2;derecho:2.Verás cómo el cuadro de al lado Vista previa va cambiando.

Tu trabajo se inicia fijando las dimensiones de los márgenes de la página en la que vas a escribir .Para ello debes ir a Archivo-Configurar página-dar valores en cm.

2. Veamos un texto relacionado con Goya y su tiempo. Supón que contestas a la actividad 1 de la página 48(general Riego) del apartado 4.La lucha por la libertad en España y para ello redactas el siguiente texto. Cópialo en tu ordenador con letra Times New Roman, tamaño 11.

Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812, redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la peninsula. El más celebre fue el del general Riego, depués del cual Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución diciendo: “Españoles, hoy juro de buen grado la Constitución que tanto anhelais”. Pero el rey, a pesar de las apariencias, no dejó de conspirar para reinstaurar el absolutismo en España y, tres años más tarde, hizo entrar al poderoso ejército de la Santa Alianza, que derroto a las tropas liberales. El general Riego fue capturado y ejecutado.


a) Imagina que escribes:>> El general Riego fue finalmente capturado y ejecutado>>,pero no estás seguro de dónde queda mejor el adverbio finalmente y esta vez escribes:<>. Lees las dos opciones y eliges la primera. No hace falta que borres nada: pincha en el icono Deshacer escritura y en el ordenador desaparecerá la segunda opción y aparecerá la primera. Y sucede al revés si pinchas el icono Rehacer escritura. Haz la prueba.

b)Centra el texto con el icono justificar para que se expanda por igual a los márgenes laterales y quede más elegante(haz más pruebas de cómo queda el texto con los iconos:centrar,centrar a la derecgha y centrar a la izquierda).

c)Copia ahora la primera frase:Para ello seleccióna con el ratón ,pincha el icono Copiar y luego el de Pegar. Además, cambiar la letra y el tamaño:de times New Roman a Arial y a Comics Sans y a tamaño 10.Deberás copiar y pegar la frase dos veces.



Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812, redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la peninsula.

Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812, redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la peninsula.

d)Pon ahora en cursiva las palabras que dijo el rey Fernando VII al jurar la Constitución.
“Españoles, hoy juro de buen grado la Constitución que tanto anhelais”.
e)Añade un título al texto,ponlo en negrita y subráyalo.Podría ser este:¿Qué sucedió a la vuelta de Fernando VII?

¿qué sucedió a la vuelta de Fernando VII?

Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812, redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la peninsula.,El más celebre fue el del general Riego, depués del cual Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución diciendo: “Españoles, hoy juro de buen grado la Constitución que tanto anhelais”. Pero el rey, a pesar de las apariencias, no dejó de conspirar para reinstaurar el absolutismo en España y, tres años más tarde, hizo entrar al poderoso ejército de la Santa Alianza, que derroto a las tropas liberales. El general Riego fue capturado y ejecutado.
Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812 redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la peninsula
Tras la negativa del rey Fernando VII a aceptar la constitucion de 1812, redacta en Cádiz durante su ausencia , numerosos alzamientos liberales estallaron por toda la península

f) Haz doble clic sobre las palabras clave del texto para seleccionarlas y destácalas en negrita. Te sugerimos las siguientes: alzamientos liberales, riego, conspirar, restaurar, absolutismo y santa alianza.

martes, 14 de octubre de 2008

pag37ejer1

1.Entra en la siguiente dirección:para conocer las influencias literarias recibidas por goya.indica los principales temas tratados por el pintor bajo la influencia de diversos escritores.A continuación entra en autores españoles del sigloXVIII relacionados con goya y busxca en cada uno de ellos su relación con el pintor.Haz un breve resumen de los resultados obtebidos.

Las fuentes literarias de Goya

Es indudable que Francisco de Goya fue un artista en continuo contacto con las ideas de su tiempo, y de forma más concreta con las ilustradas, a través de todos sus canales usuales de difusión: las tertulias, las relaciones de amistad, las obras literarias o la prensa periódica.
En cuanto a las relaciones entre la obra de Goya y la literatura se han citado bastantes fuentes posibles de algunas de sus composiciones. Así, por ejemplo, F.J.Sánchez Cantón , en un libro del año 1954, cita como fuentes literarias a Jovellanos, Addison, Voltaire, Cadalso, Zamora, Tixera, Gomarusa, Forner, Ramírez de Góngora, Palissot de Montenoy y Francisco de los Arcos.
Ya en el año 1946, V. de Sambricio había señalado las relaciones entre algunos cartones para tapices (La merienda y Baile a orillas del Manzanares ) y las acotaciones del sainete de Ramón de la Cruz, La pradera de San Isidro .
De la misma forma, se ha hecho notar que algunos grabados de la Tauromaquia podrían haber sido influidos por la obra de Nicolás Fernández de Moratín, Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España (1777); por la Carta apologética de José de Gomarusa o por algunos textos de tema taurino de José de la Tixera.
Otra posible fuente de algunas obras de Goya sería la literatura emblemética. Martín S. Soria demostró en un interesante trabajo que Goya se basó en la Nova Iconología de Cesare Ripa para sus cuadros alegóricos La poesía y España y Tiempo e Historia .
Los estudios de Edith Helman y de Nigel Glendinning han permitido descubrir bastantes referencias y fuentes literarias de la época de la serie titulada Los Caprichos .
La influencia posterior de la obra de Goya en la literatura español ha sido también estudiada por la crítica. Por ejemplo, existen interesantes estudios sobre la influencia de la obra de Goya en los artículos del literato español del XIX Mariano José de Larra; o en la obra narrativa de Benito Pérez Galdós.
Muestra de la influencia de Goya en los autores españoles más importantes del siglo XX es el texto de Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), uno de los más importantes escritores españoles de todos los tiempos, quien a la hora de describir la estética que inspiraba sus famosos "esperpentos" decía: "(...) Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo desde un plano superior, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de sainete. Esta es una manera muy española, manera de demiurgo, que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos. Quevedo tiene esta manera... Esta manera es ya definitiva en Goya. Y esta consideración es la que me llevó a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos (...)".
El influjo más o menos directo de la estética goyesca es visible en la literatura española contemporánea tanto en algunas aportaciones de las corrientes vanguardistas, como en la corriente de literatura social y realista.

SigloXVIII
Gaspar Melchor de Jovellanos

(Gijón, 1744-Vega, Asturias, 1811)
Considerado como uno de los autores más importantes de la Ilustración española, su amistad con Francisco de Goya lo convierte en un punto de referencia muy interesante para la comprensión de las influencias literarias en el pintor aragonés.
Jovellanos nació en el seno de un familia noble, aunque no excesivamente adinerada. Tras una esmerada educación, se graduó de bachiller en cánones el año 1764. Tras el abandono de la carrera eclesiástica se centró en la Magistratura. El año 1767 fue nombrado Alcalde del Crimen de la Audiencia de Sevilla. Durante este período, además de componer su obra dramática más conocida, El delincuente honrado (1773), entra en contacto con algunos círculos ilustrados, con los que colabora. El cultivo de la poesía de sensibilidad ilustrada es evidente en composiciones como Jovino a sus amigos de Salamanca o en la Epístola de Jovino a sus amigos de Sevilla .

José Cadalso y Vázquez
(Cádiz, 1741-Gibraltar, 1782)


Nacido en el seno de una familia burguesa, se educó con los jesuítas en Madrid y París, e ingresó en la carrera militar. Como militar alcanzó el grado de coronel, poco antes de su fallecimiento en el sitio de Gibraltar.
José Cadalso mantuvo estrechas relaciones de amistad con algunos de los mejores literatos de su tiempo, Leandro Fernández de Moratín, y los poetas de la llamada "escuela salmantina".
Su obra literaria incluye un volumen de poesías titulado Ocios de mi juventud (publicado en 1773), y un par de obras satíricas: el Calendario manual y Guía de forasteros en Chipre para el carnaval del año de 1768 y otros , que se difundió manuscrita; y Los eruditos a la violeta o Curso completo de todas las ciencias ... (1772). También se sintió interesado por el género teatral aunque con no demasiada fortuna. Se conservan la tragedia Don Sancho García (1771), y Solaya o los circasianos (descubierta y publicada muy recientemente). Se le atribuye también una obra titulada La Numantina , nunca recuperada.

Jose Francisco de Isla
(Vidanes, León, 1703- Bolonia, Italia, 1781)


José Francisco de Isla ingresó en su juventud en la Compañía de Jesús, estudiando filosofía y teología en la Universidad de Salamanca. En su madurez se instaló en Pontevedra, de donde tuvo que salir en 1767 hacia el destierro tras la expulsión de los jesuitas. Estando en la ciudad italiana de Bolonia, falleció en 1781.
Isla fue autor de varias obras satíricas como los Papeles crítico-apologéticos (1726), El tapabocas (1727), las Cartas de Juan de la Encina (1732), Juventud triunfante (1727), y Triunfo del amor y de la lealtad. Día grande de Navarra (1746); y pocos años después de su muerte publicó su hermana varios volúmenes de Cartas familiares y Sermones .
Su obra más conocida es la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de campazas, alias Zotes (1758), célebre sátira de los malos predicadores, y , por extensión, de algunos de los males de cierta parte del clero de la ápoca. En este sentido, el padre Isla se hace eco de los propósitos reformadores ilustrados que propugnaban un regreso a la naturalida y el buen gusto, así como la denuncia de las supersticiones y falsas creencias.

Nicolas Fernández de Moratín
(Madrid, 1737-1780)


Padre del afamado autor teatral Leandro Fernández de Moratín, estudió con los jesuítas, y se formó en la Universidad de Valladolid. Perteneció a algunos importantes círculos culturales de su tiempo, como la Tertulia de la Fonda de San Sebastián o la Sociedad de Amigos del País de su ciudad natal. Desde 1773 desempeñó labores docentes en la especialidad de Poética en el Colegio Imperial de Madrid.
Su obra literaria abarca la poesía, el teatro y el ensayo. En cuanto al primero de los géneros citados, terminó en 1765 un ambicioso poema, la Diana o el arte de la caza. Las naves de Cortés destruidas , que presentó al concurso de la Real Academia Española en 1777, aunque no consiguió el premio. Algunas de sus composiciones poéticas se han considerado fuentes literarias de obras de Francisco de Goya como, por ejemplo, EL arte de las putas , que tuvo una circulación manuscrita; o las obras dedicadas a la fiesta taurina: "Fiesta de toros en Madrid" y "Oda a Pedro Romero". Al tema de la tauromaquia dedicó también una obra en prosa, la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España (1777).
En cuanto a su obra teatral , como defensor de los ideales neoclásicos sobre este género en cuanto formador de costumbres y buen gusto, participó en las polémicas sobre el teatro barroco, dedicando a este tema sus Desengaños al teatro español (1762-1763). Escribió tres tragedias, Lucrecia (1763), Hormesinda (1770) y Guzmán el Bueno (1777).

Leandro Fernandez de Moratín
(Madrid, 1760-París, 1828)


Hijo de Nicolás Fernández de Moratín, desempeñó en su juventud un trabajo como empleado en un obrador de joyería, actividad que alternó con la creación de sus primeras obras literarias. En 1787 viajó por Francia como secretario de Francisco Cabarrús, un destacado político de la época. A su regreso obtuvo una ayuda económica del por entonces ministro Floridablanca. El posterior apoyo de Godoy le sirvió para iniciar una serie de viajes por cortes europeas entre 1792 y 1796, entrando en contacto con las últimas tendencias teatrales. El año 1796 fue nombrado secretario de la interpretación de Lenguas y en 1799 se le nombra director de la Junta de Dirección y Reforma de los Teatros, en un intento de acción reformista que no obtuvo muchos logros. Durante la invasión napoleónica, apoyó a los invasores, lo que le obligó a huir de Madrid, hacia Valencia, y Barcelona, más tarde. En 1817 abondonó España, residiendo en Francia e Italia. A pesar de un breve regreso en 1820 a su país natal , optó por regresar a Francia, falleciendo en parís el año 1828.
Leandro Fernández de Moratín fue autor de una breve pero importante obra literaria en la que destacan sus obras teatrales, aunque también cultivó la poesía y el ensayo. En 1789 se publicó su sátira La derrota de los pedantes . En 1790 se representó El viejo y la niña , la primera de sus comedias. De 1792 es una de sus piezas más famosas, La comedia nueva o El café . En 1803 estrenó El barón , y en 1804 La mojigata , obras que gozaron de bastante buena acogida . Su obra más célebre es de 1806, se trata de El sí de las niñas , en la que desarrolla con acierto el tema del matrimonio desigual entre un viejo y una niña, por imposición.
Moratín tradujo también al español obras clásicas de otras tradiciones teatrales, como es el caso de Hamlet (1798), o las obras de Molière la escuela de los maridos y El médico a palos , e investigó la historia del teatro nacional en una obra de publicación póstuma, Orígenes del teatro español (1833). Su edición de las Obras dramáticas y líricas (1825) en fecha cercana a asu muerte fueron su "testamento" literario. Su Diario y su Epistolario fueron publicados en 1968 y 1973 respectivamente.

Ramón de la Cruz
(Madrid, 1731-1794)


Conocido autor de sainetes, Ramón de la Cruz fue un modesto funcionario protegido por el duque de Alba. Traductor de varias obras francesas e italianas, cultivó el género de la zarzuela con obras como La segadera de Vallecas (1768) o El licenciado Farfulla (1776).
El género en el que consiguió un mayor éxito es el de los sainetes, obras teatrales de reducida extensión, destinadas a los intermedios de de las piezas mayores, basadas en un diálogo cómico entre personajes de condición humilde, y que buscaban la comicidad y la sátira de costumbres.
Entre las más de quinientas obras de este tipo destacan La pradera de San Isidro (1765), Las majas vengativas (1768) o Las tertulias de Madrid (1770). Aunque los ilustrados españoles no eran partidarios de esta popular modalidad teatral, Ramón de la Cruz no cayó en los excesos de comicidad fácil, e incluso mostró en ocasiones cierta sintonía con las ideas ilustradas.

Juan Pablo Forner
(Mérida, Badajoz, 1756-Madrid, 1797)


Tras sus estudios de leyes en Salamanca, fue fiscal en la Audiencia de Sevilla (1790) y del Consejo de Castilla (1796). Fue premiado por la Real Academia Española su Sátira contra los vicios introducidos en la Poesía por los malos poetas en 1872.
Forner fue un destacado cultivador de la polémica y arremetió en numerosos escritos contra varios escritores como Tomás Iriarte, García de la Huerta o Cándido María Trigueros entre otros. Otra faceta de su obra fue la de apasionado defensor de la cultura española en la respuesta que realizó por encargo de Floridablanca al escrito de Masson en la Enciclopédie Méthodique (1782), titulada Oración apologética por la España y su mérito literario (1786).
Sus obras más famosas, en todo caso, son un tratado de historiografía ilustrada, el Discurso sobre el modo de escribir y mejorar la Historia de España , y un estudio sobre la evolución de la literatura española y los principales problemas literarios de su época, las Exequias de la lengua castellana .

lunes, 6 de octubre de 2008

obras de Goya.



-Drescripción de obras de Goya que tengan relación con personajes o acontecimientos históricos.





-la lechera.


Este singular cuadro fue heredado de Goya por Leocadia Zorrilla, la última mujer en la vida del autor, quien lo vendió a Juan Bautista Muguiro, amigo del artista en Burdeos. Existe la documentación que prueba la transacción en la que aquélla propone la venta al arriba mencionado por el precio que había indicado el «difunto»: «no menos de una onza» (la carta se encuentra en el archivo del conde de Casal, en Madrid). Fue legado al Museo del Prado por el sobrino nieto de Muguiro, Fermín de Muguiro y Beruete, III conde de Muguiro, recibiéndose en la pinacoteca en 1945. Es un vibrante lienzo en el que Goya, siempre deseoso de aprender nuevas técnicas y avanzar en el camino de la pintura pura, se expresa con total libertad, lucidez y optimismo. Los tonos grises y verdosos dominan armónicamente conjuntados, la pincelada es corta y aparece la yuxtaposición de toques de color, tal y como bastantes años después harían los impresionistas, de cuyos hallazgos es una clara anticipación. El final de la carrera de Goya muestra piezas tan sorprendentes como ésta; semeja la actitud del maestro una reconciliación con la vida, una nueva juventud. El aura de serena delicadeza que parece envolver al personaje habla del remansamiento del artista en Burdeos y de los ímpetus creativos, por entonces joviales y decididos, que relatan sus biógrafos. De nuevo luz y color, en plenitud vivificadora, han servido al genio para lograr una de sus obras maestras. La muchacha semeja ir sobre una montura y tanto la composición de conjunto como la inclinación del cuerpo sugieren cierto grado de dinamismo de acuerdo con la probable concepción de una figura que marcha mediante un movimiento pausado. La lechera es una de las últimas obras que pintó Goya en su voluntario exilio de Burdeos, en fecha imprecisa, entre 1825 y 1827. Los críticos impresionistas, como Juan de la Encina o Beruete, vieron en ella uno de los mejores exponentes del Goya precursor de ese movimiento artístico. Es una de las pocas obras de Goya de su última época donde parece recuperar su entusiasmo por el color, por la luz y la belleza. Desde las Pinturas negras había realizado principalmente retratos, casi monocromos y en tonos oscuros, pintura religiosa y temas de toros, así como las raras miniaturas de asuntos diversos. La lechera, si no es retrato, constituye una de las poquísimas pinturas de género desde que decorara su Quinta del Sordo. Como ha dicho Licht, es una de las obras más admiradas de Goya y, sin embargo, muy poco analizada. Algunos autores llegaron a avanzar la posibilidad de que fuese una efigie de Rosarito Weiss, algo que no puede probarse por el momento aunque no quepa descartarlo del todo como hipótesis de estudio. Se trata de un asunto en el que su genio brilla con especial esplendor; pasó tradicionalmente por ser una pieza maestra, concluida meses antes de su muerte. En ella, al igual que Beethoven con el cuarto movimiento de su Sinfonía Coral, la IX, Goya semeja recuperarse del dolor, la amargura y las crisis sufridas y se expresa con un júbilo y una «alegría» que emergen de lo más íntimo de su espíritu y coronan toda una vida dedicada al arte, sin cuyas creaciones la historia de la pintura universal hubiese sido distinta.

-Retrato de leandro Fernándes de Moratín.

En las cartas de Moratín se alude frecuentemente a Goya y sus amigos y se repite el comentario que el escritor hace de este retrato, en carta de 20 de septiembre de 1824 dirigida a Melón (Correspondencia con Juan Antonio Melón en Obras póstumas, Madrid, 1868) en la que escribe que «Goya quiere retratarme y de ahí inferirá lo bonito que soy, cuando tan diestros pinceles aspiran a multiplicar mis copias». El Moratín retratado por Goya en dos ocasiones (1799 y 1824) era hijo de Nicolás Fernández de Moratín, nacido en Madrid en 1737, muerto en 1780, poeta y autor teatral, que publicó el poema Fiesta de Toros en Madrid en alegres quintillas y otro poema, épico, sobre Las naves de Cortés destruidas, en relación con la llamada «noche triste» del conquistador. Fue también autor teatral, aunque en ello su fama no es comparable con la de su hijo, Leandro Fernández de Moratín, nacido en Madrid en 1760, amigo de Goya y uno de los mejores escritores del XVIII español y parte del XIX, ya que murió en 1828, el mismo año que el pintor. Moratín es uno de los mejores autores teatrales de la literatura española, en comedias deliciosas en que procura destruir prejuicios y corregir costumbres, tales como El sí de las niñas (derivada de Molière, pero con gracejo particular), El barón, El viejo y la niña y, en especial, La comedia nueva o El café, deliciosa sátira teatral española a la antigua. No menos únicas son La derrota de los pedantes, parodia de una epopeya a la antigua, con intenciones modernas, su estudio literario sobre Los orígenes del teatro español y un folleto irónico sobre el Auto de Fe celebrado en Navarra (Zugarramurdi) que sirvió de inspiración a su amigo Goya para sus temas de brujería. La correspondencia de Moratín es abundante y llena de noticias y gracias, y sus diarios, en especial de sus viajes por Francia e Inglaterra, están llenos de observación y de humor. Poseedor, pese a ser laico, de dos capellanías que le producían algunas rentas, Moratín quedó un tanto comprometido durante el gobierno en España de José Bonaparte. Ello le condujo, al regreso de Fernando VII, a Burdeos donde Goya se reuniría con él, falleciendo ambos en Francia en el mismo año de 1828. Aficionadísimo al teatro, al que acudía casi a diario en sus estancias en Barcelona, Londres y Burdeos, Moratín es el prototipo del escritor "ilustrado". Moratín legó a la Academia de San Fernando, de Madrid, su primer retrato por Goya, pintado en 1799, de busto, con fuerte claroscuro debido al fondo sombrío y a la casaca de cuello cerrado, que apenas deja asomar la corbata y las puntas del cuello de la camisa. Moratín alude a este cuadro en una breve mención de su diario, el 16 de julio de 1799: «A casa de Goya, retrato». El modelo lo legó a la Academia, en cuya colección ingresó el 2 de enero de 1829. Su aspecto juvenil, gallardo y elegante, desaparece en el retrato de 1824, aunque éste venza al juvenil en hondura y sentimiento. Es un retrato de un amigo, a quien se conoce desde hace ya muchos años y en el que se destaca lo humano y lo advertido del modelo, ya no bello ni elegante, pero en plena madurez intelectual, con un levísimo brillo de ironía en su mirada y una vestimenta doméstica. Notable es la mano, que se posa en el escritorio, precisamente por su absoluta naturalidad.

-Retrato del canónigo José Duaso y Laire.

José Duaso, figura tan interesante como poco conocida, fue un eclesiástico aragonés nacido en Campal del Valle de Solana (Huesca) el 8 de enero de 1775. Avecindado en Madrid la mayor parte de su vida, fue canonista insigne, capellán de honor de S.M., administrador del Real Hospital e Iglesia del Buen Suceso, teniente vicario auditor general del Ejército y de la Armada, juez de la Real Capilla y académico de la Española. Hombre de estudio, amigo de Antillón y de Goya, cuyo mérito conoció y reconoció el propio Fernando VII, se vio envuelto en los avatares políticos de su tiempo, siendo diputado de las Cortes de Cádiz, y más tarde proscrito por el Gobierno constitucional. Redactor y director de la Gaceta de Madrid al comienzo de la década ominosa, fue separado de su plaza de capellán de honor por la Reina Gobernadora, para ser de nuevo nombrado al fin de sus días por Isabel II. Muere el 24 de mayo de 1849. En ese mismo año Vicente de la Fuente publica su biografía, en la que recoge el hecho de que al finalizar la revolución liberal a finales de 1823 y restablecido el absolutismo, Duaso tuvo refugiados en su casa del Real Hospital e Iglesia del Buen Suceso, ya que por esas fechas ostentaba el cargo de administrador de dicho establecimiento, a «varios de sus amigos y paisanos comprometidos por liberales, a quienes ocultó o prestó protección según necesitaban», contando entre ellos a Goya, a quien tuvo alojado tres meses en la propia vivienda y por quien fue retratado, durante esos días, en agradecimiento a su hospitalidad, en el espléndido lienzo que reproducimos. Este retrato de José Duaso pertenece a la última etapa de Goya, concretamente a 1824, cuatro años antes de morir en Burdeos. Si lo comparamos con los de etapas anteriores, donde destacaba la faceta oficial del modelo y la riqueza de fondos y detalles, este retrato, al igual que sucede en el de Tiburcio Pérez Cuervo (1820), tiene un carácter íntimo, el mismo que el de Sebastián Martínez, su buen amigo y coleccionista de obras de arte, pintado en 1792. En su intento de simplificar, aunque preocupado por la expresión del personaje, crea una sencilla composición al igual que ocurre con el de Moratín (1827), el del Matrimonio Ferrer (1824) y el de Mariano Goya (1827). En todos esos retratos la síntesis incluso ha llegado a la gama cromática, la ausencia de color es casi total, destacando el volumen y la densidad de la pincelada; hemos de tener cuenta que está aún muy cercana su serie de pinturas negras, cuya influencia en esos lienzos es clara. En el retrato de este ilustre aragonés, Goya utiliza una gama reducida de negros profundos para el fondo y la sotana, sobre los que destaca la cabeza luminosa, donde se mezclan con el blanco, el carmín y el negro que le confieren al rostro una desbordante vitalidad, energía y franqueza. La fuerza es la característica dominante del personaje, por lo que Goya aplicó al retrato una técnica que está en consonancia con el modelo. La sensación de seguridad y firmeza que nos produce Duaso es extraordinaria. La obra del canónigo Duaso podemos considerarla como un retrato psicológico, modalidad que surge en Europa como uno de los frutos del Renacimiento, y por tanto un tipo de retrato distinto del oficial que basaba su fórmula en recoger cuanto determinaba la posición social del retratado. Sin embargo, en el retrato psicológico, Goya trata de representar al personaje como ser humano, que aunque en ciertos casos vaya revestido de la indumentaria que le pertenece, ésta no es lo que trasciende del retrato. Este cuadro de José Duaso y el de su sobrino Francisco Otín, realizado a lápiz por Goya en las mismas fechas que el de su tío, tienen por encima de su mérito artístico el valor testimonial de evocar unos meses de la vida del gran pintor cargados de emociones. La obra procede de la colección Rodríguez Bave (Madrid), parientes de Duaso, donde Sánchez Cantón la identificó en 1954. Hasta esa fecha no se había presentado a ninguna exposición ni se había publicado nada sobre ella. En 1969 fue adquirida por el Estado para que formase parte de los fondos del Museo de Bellas Artes de Sevilla.


-Retrato de dama con mantilla.

Esta pintura fue adquirida por el Gobierno de Aragón en 1991. Perteneció a la colección Gustavo Bauer (Madrid), posteriormente a la de Emil Bührle (Zurich) y finalmente a una colección particular desconocida. Se compró en subasta pública. Aparece catalogada por V. van Loga (1903) con el número 407. Se trata de una obra tardía en la que se ha querido ver el retrato de Leocadia Zorrilla de Weiss, ama de llaves y compañera de Goya en sus últimos años. Esta identificación del personaje viene dada por la semejanza que X. de Salas (1963) estableció con la figura de Una manola que se encuentra en el Museo del Prado y procede de la madrileña casa de campo de Goya conocida como la Quinta del Sordo. En el inventario que hace Antonio Brugada de la misma, a la muerte de Goya en 1828, esta figura la anota como La Leocadia. Tanto Gudiol como Camón Aznar mantienen la misma identificación para nuestro personaje. Sin embargo para el retrato que aquí tenemos no hay confirmación documental de ningún tipo, por lo que el tema del parecido de la retratada con Leocadia Weiss queda en algo meramente especulativo y poco probable si tenemos en cuenta que la retratada no representa la edad de Leocadia Weiss, que a la muerte de Goya sólo tenía 39 años. En esta obra vemos a una mujer madura, vestida de negro, de porte altivo que denota un fuerte carácter. Todo el interés se centra en el rostro. Rasgos firmes, grandes ojos negros y espesas cejas; fuerte mandíbula y boca bien definida en la que parece quererse insinuar una sonrisa, pero que no va más allá de una mueca irónica. Incluso la disposición del cuerpo, ligeramente ladeado, ayuda a configurar ese aspecto altanero, obligando a girar suavemente la cabeza sobre el hombro pero manteniendo la mirada frontal, directa al espectador. Se enmarca dentro de la línea de retratos que a partir de los años noventa restarán importancia a los fondos, destacando las figuras sobre tonos oscuros, lisos, al servicio de los rasgos y la expresividad de los retratados. Va tocada con mantilla negra y adornada con pendientes y collares de oro. Las manchas de color quedan reducidas al traje, insinuadas bajo las veladuras de la mantilla cuya delicadeza de tratamiento puede apreciarse sobre el antebrazo del personaje, que queda dibujado con suave plasticidad. Este cuadro ha sido reentelado y restaurado de antiguo pero no ha perdido la impronta goyesca. Está relacionado con la serie de retratos no oficiales que Goya lleva a cabo en los últimos años de su vida. En él vemos su interés por reflejar el carácter del personaje, en este caso cargado de fuerza y energía y sin embargo no exento de dulzura. No cabe duda de que existe un conocimiento directo y amistoso hacia el personaje que queda reflejado en la expresividad que encierra la mirada. En palabras de Glendinning «Goya atiende más que los oyentes a lo que dicen las facciones, los gestos y los vestidos en sí, y admiramos lo que se comunica en sus retratos con la boca cerrada, con el ángulo de la cabeza y con la elocuente mirada". Algunos investigadores coinciden en ver en esta obra un sello de modernidad que anuncia las nuevas corrientes del Romanticismo.


-Retrato de Francisco del Mazo.

El personaje de este retrato era todavía muy enigmático hasta hace muy pocos años. Si bien pudo identificársele hace tiempo gracias al cartel que sostiene en su mano derecha, donde se distingue su nombre y la mención Calle Santander. Madrid, hasta 1987 no pudo encontrar Nigel Glendinning la fecha de nacimiento de Del Mazo. Nació el 12 de octubre de 1772 en Penilla de Cayón, a unas decenas de kilómetros de Santander, en los montes cantábricos. Muy joven, a los 17 años, se encontraba en Madrid, en casa de un tío materno, Sixto García de la Prada, próspero negociante establecido cerca de la Puerta del Sol. El hijo de éste, Manuel García de la Prada (m. 1839) fue un célebre banquero y coleccionista, poseedor de prestigiosas obras de Goya que legó a la Real Academia de San Fernando. Manuel García de la Prada desempeñó un importante papel durante la ocupación francesa de 1808-1813; estaba ligado al mundo de las finanzas, particularmente al Banco de San Carlos, del que fue director de 1794 a 1796. Francisco del Mazo, siguió, pues, una trayectoria en cierto modo similar a la de su primo hermano, ya que en 1793 ocupa un puesto de «agente de casa» en la mansión de los duques de Alba. En 1804-1805 forma parte de la Junta de Gobierno de la Banca de San Carlos, muchos de cuyos miembros es sabido que fueron retratados por Goya. Llegó en 1815 a ser primer contable del Monte de Piedad de los Caballeros Hijosdalgo de Madrid y a ostentar el título, más honorífico que efectivo, de Alguacil Principal de la Inquisición de Logroño. Al contrario que García de la Prada, quien tuvo que exiliarse en Francia a la vuelta de Fernando VII, Del Mazo parece que conservó el puesto a pesar de la depuración absolutista. Además, puesto que se desconoce la fecha de su fallecimiento, no es imposible que hubiese intervenido en los asuntos que enfrentaron a Goya con la Inquisición, al abrírsele proceso al pintor a causa de las Majas. No tenemos prueba de ello, al igual que se nos escapa la razón de ser de este retrato que debió encargarse a Goya con algún motivo muy particular y pagáronle su precio a pesar de que las manos del modelo no están a la vista. De todos modos, la ejecución del cuadro es de la mayor calidad, sobria en la gama de colores, con negros aterciopelados y profundos, y con la economía de medios característica del maestro aragonés, que no vaciló en esquematizar el respaldo del asiento y en insinuar los detalles de luz con dos arrastres de ocre amarillo sobre un fondo verde grisáceo uniforme. Del Mazo presenta una fisonomía algo ruda, acentuada por la abundante cabellera negra y las cejas y patillas espesas. Su mandíbula voluntariosa, los labios un poco gruesos, la mirada intensa, denotan a la vez fuerza de carácter, inteligencia y obstinación. Sin embargo, la ligera sonrisa sugiere una cierta buena disposición del modelo hacia el retratista, a quien debería conocer de mucho tiempo atrás, gracias a su primo y a su íntimo amigo común, el prestigioso hombre de letras Leandro Fernández de Moratín. Así, Goya nos da a conocer a esta élite española activa y poderosa. Testigo del cambio de los tiempos, sabe mejor que ningún otro pintor atrapar la personalidad de su modelo, evocando con todo verismo la sociedad de la que forma parte.



-Retrato del Duque de San Carlos.

Junto con el retrato de Fernando VII, este retrato del duque de San Carlos fue encargado a Goya para el Canal Imperial de Aragón a propuesta de su protector, don Martín de Garay, en septiembre de 1814. Ambos retratos los pintó Goya en la primera mitad de 1815 y recibió por ellos 19.080 reales de vellón (véase la ficha del retrato anterior). Éste es, sin duda, uno de los mejores retratos pintados por Goya, ya que supo sacar partido de una figura nada atractiva, pues el duque de San Carlos era bajo, feo y corto de vista, defectos que disimuló con maestría, con lo que debió dejar muy contento al que por entonces era el hombre con más poderes políticos en España, después del rey Fernando VII. José Miguel de Carvajal, Vargas y Manrique (Lima, 1771-París, 1828), duque de San Carlos, fue un reaccionario vinculado desde su juventud al futuro Fernando VII, incorporándose ya a su «cuarto» cuando era Príncipe de Asturias. Participó en la frustrada Conspiración del Escorial (1807) y en el Motín de Aranjuez (marzo de 1808) contra Manuel Godoy. Tras el éxito del motín y la llegada al poder de Fernando VII, éste le nombró mayordomo mayor de palacio. Formando parte de su consejo privado acompañó al rey al exilio en Francia, en el castillo de Valençay. Tras el regreso del Deseado a España en 1814 y la restauración del absolutismo, el rey premió su fidelidad y servicios, pues le ascendió a teniente general y le nombró secretario de Estado. Entre 1814 y 1816 acumuló también los cargos de director perpetuo del Banco de España y de director de la Real Academia Española, sin tener dotes ni aficiones literarias. En esa institución se dedicó a expulsar a los miembros liberales y afrancesados, para colocar a amigos suyos. El veleidoso Fernando VII le destituiría de la secretaría de Estado con el grotesco pretexto de su cortedad de vista, aunque luego le rehabilitaría para encargos diplomáticos en el Congreso de Viena, donde demostró escasas dotes. Tras el Trienio Liberal, desde el Consejo de Estado, defendió posiciones ultra absolutistas o apostólicas. Para el rostro del retrato Goya se basó en el estudio de busto que había hecho del natural al personaje, pieza que hoy está en la colección madrileña del conde de Villagonzalo. En este retrato del Canal Imperial, bajo la cabeza se percibe la cuadrícula de la que se valió Goya para trasladar la figura del duque. San Carlos aparece en un salón de palacio, con efecto de penumbra. Viste de etiqueta, mezcla de indumentaria cortesana y militar de teniente general, formada por casaca entorchada y calzón negro. Adopta una pose pretenciosa, apoyándose con una mano en el bastón de mando, como si fuese a dar un paso de minué. Sobre el pecho lleva el Toisón de Oro, la banda e insignia de la Real Orden de Carlos III y otras condecoraciones y, a la cintura, un rutilante fajín rojo que se convierte en el foco de atención visual del retrato. El bicornio, bajo el brazo, y un billete en la otra mano completan la indumentaria. Goya atemperó al máximo los defectos físicos del duque, a los que ya he aludido, colocándole la cabeza de perfil, a fin de reducir la sensación negativa de su marcada miopía y de su saliente mandíbula inferior. Además, hizo alarde de un gran virtuosismo técnico en la recreación de los entorchados, de las condecoraciones y de las calidades de las telas por medio de toques rápidos y luminosos, empastes y frotados que la vista del espectador se encarga de fundir desde la distancia, en efectos pre-impresionistas.